viernes, 18 de marzo de 2011

Clases dias 23 y 24 de marzo 2011

Dia 23 miercoles: Teorico prctica sobre maquinas e ingenios realizados por el hombre. Debeis llevar las camaras y todo lo necesario para realizarlo.

textos para leer antes de la clase:
(incluidos dentro de EXIT 31 recomendado)
Editorial
Olivares, Rosa
Máquinas sensibles

Simon Norfolk. TERA 1 (detail), 2006
La absoluta fascinación del hombre por lo nuevo, por lo desconocido, es el origen mismo del desarrollo, del progreso y de toda esa aventura, no siempre alegre, que ha sido la historia de la humanidad. Fascinación por el fuego, por la primera punta de lanza, fascinación por la primera flecha que puede matar a un enemigo lejano, y sobre todo y cada vez más, fascinación por la máquina, por la tecnología, por el futuro. Porque la máquina es el deseo completo: es lo nuevo, pero es también el símbolo del progreso, y desde luego una especie de espejo para el hombre y, sobre todo, implica un deseo cada vez más cercano de alcanzar la perfección. En la tecnología como en ningún otro terreno el hombre busca la máxima rentabilidad, la belleza completa y la perfección como único objetivo. Cada generación de máquinas es más perfecta. El ordenador, como máquina más desarrollada, es el mejor ejemplo: una máquina con memoria, una máquina que efectúa cálculos mejor que el hombre, cuya memoria es impensable para un ser humano, con una velocidad en sus procesos infinita, una máquina de la que se espera que juegue al ajedrez, nos ayude a guisar, y a la vez dé la hora, que sirva como máquina entre las máquinas. El progreso debe ser esto, una máquina que nos acompañe.

Dieter Appelt. Light Time Machine, 1991
De la máquina, en sus futuras generaciones, se espera que sienta. Es decir, que se parezca al hombre aún más. Pero el cine ya nos ha enseñado que para que una máquina funcione realmente bien, es decir, obedezca a los deseos del hombre, no sólo no debe sentir sino que ni siquiera debe pensar. El cine moderno nos ofrece todas las posibilidades de maquinarias humanas o humanizadas desde 2001: Una Odisea del Espacio (Stanley Kubrick, 1968) hasta Yo, Robot (Alex Proyas, 2004). Todas estas películas han coincidido en el desastre que se produce cuando la máquina se salta esa sutil barrera del sentimiento, que conlleva deseo de amor, de libertad, de independencia; el derecho a tener un pasado, una memoria, y un futuro, un proyecto, una vida que vaya más allá de la duración.

António Júlio Duarte. Investigação científica. Instituto de Sistemas e Robótica, Pólo do IST, Lisboa, 2003
Cuando HAL 9000 decide tomar el mando de la nave en 2001: Una Odisea del Espacio empieza toda una historia de máquinas rebeldes, cuya construcción corresponde al hombre pero que demuestra que máquina y hombre deben evolucionar por caminos separados. David, el niño robot de Inteligencia Artificial (Steven Spielberg, 2001), sólo quería ser como los otros niños, que su madre le quisiera, pero pertenece a una generación de robots que debe ser destruida, nadie le dice que no tiene madre. Los replicantes de Blade Runner (Ridley Scott, 1982), más exactamente los Nexos-6, tienen prohibido el acceso a la tierra pero se rebelan y viajan en busca del "Padre", del productor (como vemos la familia es más fuerte que el desarrollo tecnológico), en busca de una identidad inexistente, en busca de una respuesta a la pregunta final: "¿Cuánto tiempo tengo de vida?". ¿De vida o de duración? (...) 



Orvell, Miles
La fotografía y lo sublime tecnológico

Maurice Broomfield. Taper Roller Bearing, Daventry Works of British Timpkin, 1957
En los últimos ciento cincuenta años la máquina ha dominado las civilizaciones avanzadas y ha sido uno de los principales temas de la fotografía del siglo XX hasta la actualidad. En Estados Unidos, por ejemplo, a finales del siglo XIX, la cámara grabó algunas de las manifestaciones aisladas de la tecnología de la transformación: la poderosa locomotora de vapor Corliss, en la Exposición del Centenario de Filadelfia (1876), la construcción del Puente de Brooklyn (1881), los primeros rascacielos. Hacia principios del siglo XX, los costos sociales de la industrialización comenzaron a calar en la conciencia pública y en la obra de documentalistas sociales como Lewis Hine, cuyas fotografías de las fábricas textiles del sur, junto con sus imágenes de las grandes fundiciones de acero de Pittsburg, mostraban al mundo el proceso por el cual se creaba la gloriosa civilización material del nuevo siglo. Y no tenía nada de bonito. Los niños, de pie delante de gigantescas máquinas textiles, ofrecían una visión amenazante de la tecnología que presagiaba uno de los problemas sociales más graves de la época, la deshumanización del cuerpo del obrero.

Lee Friedlander. Cleveland, 1980
Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX, la creciente prosperidad de la cultura del consumo dotó al lado benigno de la cultura mecánica de una potente fuerza embriagadora y la máquina pasó a ser el principal símbolo de modernidad. Tal como lo entendía el fotógrafo Paul Strand, la máquina era una fuerza profética: era el "nuevo Dios", el agente transformador del trabajo, de la vida cotidiana, de las costumbres y del país. Strand observó las piezas de las máquinas (un torno, un eje) con una intensidad que las transformaba en abstracciones, alejándolas de su contexto laboral. El interior de la cámara de cine fue otro de los temas de la cámara fija de Strand y, a un nivel más abstracto, la cámara, que también es una máquina, simbolizaba, como sostenía Strand, el poder del hombre de controlar la fuerza de la tecnología. Ojalá fuera tan sencillo.

Peter Keetman. Bodies from Paintshop on Chain Conveyors in Corridor between Assembly Hall 3 and Assembly Hall 4, 1953
Cuando Henry Ford le encargó a Charles Sheeler que creara una serie de fotos que describieran el nuevo milagro industrial –la planta de River Rouge en las afueras de Detroit, Michigan–, transformó los gigantescos hornos, las desmedidas cucharas de colada, las cintas transportadoras, la enormidad de todo el proceso, en una serie de abstracciones estéticas, en un poema a la industria moderna, donde el obrero es una presencia discreta, casi invisible. Evidentemente, la Gran Depresión lo cambió todo, y el obrero no sólo dejó de ser invisible, sino que se convirtió en oponente al exigir a los directivos el derecho a la seguridad en el lugar de trabajo, mejores salarios y una jornada laboral más corta. Por encima de todo, los trabajadores exigieron el derecho a mantener su puesto de trabajo pese a plantear estas exigencias. La historia a menudo violenta de la lucha entre mano de obra y capital librada en esta época fue uno de los resultados de este enfrentamiento, y los reporteros gráficos dejaron constancia de estas batallas, pero el registro fotográfico es irregular.(...) 

y la EXPOSICION MAQUINAS Y ALMAS QUE TUVO LUGAR EN EL REINA SOFIA

http://www.adn.es/cultura/20080626/VID-0076-Reina-sofia.html


http://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A1quinas_y_Almas

http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/2008/maquinas-almas.html  (descargar texto ampliado)

 DIA 24  jueves: Clase teorica sobre la elaboracion del curriculum de 9 a 10 de 10: a 10:45 Conferencia de la Profesora Erika Villa y de 1045 a 12:00 Taller de escultura sobre papel del profesor Jaime Resendiz

A las 10:00 en el aula 313 Conferencia "Diseño Designo"impartida por la Profesora Erika Villa y a continuacion Taller experimental en el aula 113   Escultura sobre papel por el Doctor Jaime Resendiz ambos profesores de la Universidad Autonoma de Mexico
 

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