domingo, 9 de enero de 2011

Sobre la exposicion recomendada http://www.967arte.es/index.php?option=com_content&view=article&id=401:maria-jesus-abad-&catid=50:opinion&Itemid=306


¡Yo y mi fusil, señor! ¡Por mis cojones que no nos veis! vídeo-instalación de ELENA LAVELLÉS en el Espacio F
Escrito por Mª Jesús Abad Tejerina   
Domingo, 09 de Enero de 2011 06:00

Un día cualquiera en una calle cualquiera de una ciudad. Los ciudadanos atienden sus quehaceres. Ir y venir. Hacer y deshacer caminos. Ese día cualquiera, una artista ficciona y graba su hipótesis ante los asombrados ojos de los transeúntes.Cubierta con una manta de camuflaje y con una metralleta se arrastra por la calzada como una soldado en la batalla. Señala con su arma en una dirección, nos mira a los ojos, nos compromete y nos impulsa a buscar una respuesta. Parte de la interpretación está sujeta a convenciones pero entre las múltiples capas interpretativas las emocionales se colocan en primera plana.
Esta obra ligada a la propia identidad de la artista y al lugar donde vive juega con la estética propia del reportaje documental de guerra como elemento de provocación muy lejos de las representaciones femeninas de bellas yacentes –a la espera de varón que las disfrute- que nunca miran a los ojos del espectador ¿dónde quedaron las Venus o las madres amamantadoras?
Lavellés, en esta obra, increpa, mira a los ojos, provoca y confunde en todos los terrenos en los que puede confundir: por el lugar del suceso, por su indumentaria y por su actitud. Se mantiene desafiante algo desapasionada y eso es precisamente lo que produce miedo. Alguien jugando a cumplir con su deber. Niños malos jugando a mayores, adultos jugando a niños…cuando asumen un papel son capaces de cualquier cosa. El arte permite recrear estas actitudes para provocar en el espectador un pensamiento previamente elaborado. La intuición nos remite a la militancia feminista rehabilitada, en la que la mujer soldado no es una “rara avis”. Una mujer que ocupa un lugar liberado de limitaciones que no imita a nadie ni suplanta al varón.
En la vídeo-instalación la artista adopta el papel de guerrillera como símbolo de uniformidad, de pertenencia a un grupo fácilmente clasificable. Un modo de poner el dedo en una llaga: o entras en el juego o no existes. Nos uniformamos para ser reconocidos dentro del grupo social al que pertenecemos o pretendemos pertenecer. Nuestra indumentaria marca nuestros actos. El hábito hace al monje. Un enunciado elemental y en mayúsculas que nos lleva a otra lectura mucho más turbia en la que el arte ocupa un lugar peligrosamente útil que nos sirve para abordar la crítica social.
Nos dice Lavellés:
“Es un proyecto en que desarrollo la idea de adaptación al entorno y al medio que nos rodea para comprender como habitarlo.  Ese entorno que, en trabajos anteriores, muestro como un lugar de contradicción ya asumido como natural, columpiándose entre el espacio de libertad simulada y el de representación.
Se proyectan a diario, en el cine y en los mass media, una serie de roles culturales establecidos que nos condicionan y en los cuales nos tenemos que reconocer para conseguir nuestra propia aceptación y la de los demás.  Esto nos conduce a una uniformización y esencialización del individuo que hace que todos nos tengamos que identificar con determinadas características. Y, como subraya Eva Grosz, implica “un límite sobre las variaciones y posibilidades de cambio”.
La identidad de las personas no se debería supeditar a unas cuantas fórmulas impuestas socio culturalmente ¿Qué es lo que deseamos? ¿Cómo nos logramos identificar? Por medio de los mitos impuestos, los mitos inculcados, por ejemplo, el del pequeño burgués: el enriquecimiento, la acumulación, un comportamiento consumista.
Por lo que propongo una serie de cuestiones acerca de los criterios de normalidad y convención en nuestra sociedad occidental.
En esta vídeo-instalación apreciamos ciertas cualidades típicas dentro del contexto del ejército, a primera vista: el uniforme o traje de camuflaje junto con el arma. Remitiéndonos al contexto del ejército y la uniformización de sus miembros, para alcanzar esa metáfora de cuerpo único que rehúye de toda individualidad.
La acción nos transmite una sensación de angustia y ansiedad. Arrastrándonos y moldeándonos, intentamos alcanzar el estereotipo, en una metáfora de la aceptación social para ser incluido y aceptado dentro de los cánones de esta sociedad.
A lo largo de la proyección, estoy camuflando mi “esencia” como persona individual para intentar integrarme en un medio y lograr una normalización afín a la de las demás personas. Una supuesta adaptación al medio que no se consigue, debido a todos los modelos impuestos socialmente para llegar al ideal de integración y mimetización. Pero que consiste en una lucha constante, en un esfuerzo por avanzar aunque los movimientos sean torpes y te huellen. Siendo reforzada esta idea mediante el resto de “uniformes” que componen el espacio expositivo.
A pesar del atrezzo, no procuro esconderme. A lo largo de esta acción, soy consciente de que estoy en un medio urbano en el que aparentemente no hay una lucha violenta, como acostumbramos a ver en los medios cinematográficos, pero sigo adelante intentándome camuflar, lo que nos lleva al contexto de farsa”
En las imágenes del vídeo pesa la formación pictórica de la artista. Usa el ruido como textura visual y las armonías de complementarios como elemento simbólico. En cuanto a la forma pasa de la figuración a la abstracción con desahogo travieso propio de una artista joven elaborando sus propios códigos extraídos de otros contextos para repensar el lenguaje visual en el que se aprecia la transición entre pintura, dibujo, fotografía y vídeo.
Merece la pena buscar en la pieza las claves interpretativas. Saltar la lectura superficial y arrastrarse por la calzada de una calle cualquiera un día cualquiera señalando con la metralleta, mirando a los ojos y pensando que me voy a poner hoy…

María Jesús Abad Tejerina


Esta exposición podemos verla hasta el 17.01.2011 en  Espacio F
C/Fuencarral 45, local 4 planta sótano
Mercado de Fuencarral (Madrid)
 

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